Oil Painting

Title: “ WAQANKI II”

Oil on Canvas

140 x 120 cm

2024

Serie: “Encounters with divinity and it’s proportion”

Quetzal

WAQANKI II 

28 de Noviembre, 2024. Jena.

’A creative search resembles a maze with many nodal points’

Juniper Fuse,

Upper Paleolithic Imagination and the construction of the Underworld.

 - Clayton Eshleman 

Primer punto nodal. El Mar, el Útero y Yo.

Presentes continuos y pasados mezclados en aquellos días. Durante este tiempo estuve pintando el mar de la Waqanki II. Mientras intentaba lograr sensación de profundidad con aquella gama de verdes y azules, me asaltaba el recuerdo de un mar sin tierra a la vista. Un recuerdo de alta mar por siempre grabado en mi ser: la sensación de estar y pertenecer a un planeta de agua, de flotar en el cosmos y estar rodeada de infinitud. 

Las noches en alta mar me dejaron la impresión de estar en un gran útero que se mece al compás de la marea. Un espacio sin horizonte y en presencia de una esfera contenedora de todo lo existente. A merced de las estrellas,  la noche iluminada por la luna y sus reflejos en el agua, me conducen a saltar al abismo y sumergirme en las profundidades y sus secretos – o quizás los míos–. La marea entre Cartagena y San Blas se asemeja a las ondulaciones verdes y azules de la Waqanki II, inspirada en la luna y sus reflejos en el mar, en el juego de espejos y una contemplación de las estrellas y el cosmos.

Carolina Villegas Paintings

Segundo punto nodal. Las mareas internas y la ascensión

El 16 y 17 de Octubre fue el perigeo lunar. Esa súper Luna es apodada La Luna del Cazador. Ella crea una ilusión óptica durante los crepúsculos pintando todo a su paso con una veladura naranja y amarilla, así como el color de las hojas que caen en Otoño. Al ser la primera luna después de la cosecha, su luz fluye entre los bosques, la visión se adapta fácilmente a la oscuridad, los ojos se vuelven de águila y serpiente, y el ser se transforma en cazador de signos. 

Algunos días atrás, La Luna y yo pintábamos en la noche. Ella pintaba las nubes que pasaban abajo y frente a ella, y yo el océano de la Waqanki. Un velo rosado tenue cubría a las nubes mas lejanas de su luz, mientras que un amarillo pastel a las mas cercanas. Esa interacción formaba un teatro de sombras en constante cambio y los personajes de la obra aparecían como animales acuáticos:  patos, cisnes, tortugas, peces y pelícanos. En ese momento pensé que quizás debía dibujar el mar como el cielo, como aquellas nubes efímeras y cambiantes creando personajes en el cosmos. Al despertar y pintar el mar de la Waqanki bajo la luz del sol, me dí cuenta que un Quetzal comenzaba a asomarse entre los brillos de las olas, volando desde las profundidades de un cielo imaginario  revelado por el oleaje de la pintura y el brillo de la luna.  

El 16 de Octubre subí a Jenzig para ver la luna del cazador. Jenzig es una pequeña colina con una vista maravillosa hacia todas las direcciones del valle del río Saale, alguna vez  sumergido bajo el mar en los tiempos de la Pangea. Sentí un fuego interno, similar a las llamas que brotan del centro de la Waqanki, capaz de esclarecer cualquier noche y dejar correr libres los pensamientos, las señales y la imaginación. En la cima aún entre el día y la noche, una luna dorada envuelta por un cielo azul cian pintaba las nubes de color rosa. También, dibujaba las siluetas de los pinos y encendía de naranja los caminos sinuosos de un bosque entapetado de hojas otoñales. Me sentí como una cazadora de símbolos. 

Unas horas después, al llegar a la casa, contemplé la luna nuevamente. Su pintura se transformaba a lo largo de la noche y ahora pintaba el cielo de azul verdoso, como el mar de mi pintura. La Waqanki flota sobre las aguas ultramarinas y profundas de mi corazón. Un Océano de lágrimas formando un planeta entero de agua, iluminado desde su centro por el reflejo de una constelación espiral.

Tercer punto nodal. El producto creativo y la liberación del ser

25 de Julio, 2024. Jena. 

Mientras pintaba la Waqanki II, escribí: 

Todas las lágrimas

Todos los universos

El hecho de haber concebido a la Waqanki en el mar como primera idea, me ha generado preguntas y respuestas, señales sobre mi relación simbólica con el océano. 

La primera, es esa experiencia de estar en Altamar, de pertenecer a un azul profundo infinito, inhóspito y existencial. De enfrentarme con el cosmos desde la pequeñez humana y sentir la telaraña universal de la cual hago parte, en donde dormía bajo un gran útero cósmico. Desde ese viaje, siempre he querido vivir en el mar, mi hogar primordial. 

La Waqanki  II, es un “Zoom In” del momento en el que la flor cae, como una lágrima pequeña sobre el océano, contenedora del universo mismo, del ciclo de la vida, de las galaxias y los patrones entrópicos. Como un gran útero sobre el mar, se trata de un lugar de nacimiento, creación y sanación. Los Kogis definen ese estado como “Aluna“ y los Egipcios como “Nun“ haciendo referencia a su mito primigenio:En el principio de los tiempos, todo era océano y oscuridad, Ésta, es la base desde dónde se crea todo el universo, como también un lugar al que se llega con el pensamiento.

Estas ideas sobre el océano siempre han llamado mi atención como metáforas del vientre materno y concepciones- percpeciones de la vía láctea. Todas ellas, son similares para mí. Como en el Solaris de Stanislaw Lem donde un Planeta-Océano dotado con una inteligencia superior, interactúa  con todo lo que le rodea, superando la sensibilidad y la inteligencia humana.

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